Frontera
No fue en la cama, después del placer, ni en la ducha, después de la ternura, ni siquiera en la cocina bebiendo del mismo vaso, sino al final, que es el principio de mi soledad, cuando me di cuenta de que había cruzado la frontera. Bajó las escaleras, como siempre, y en el rellano, se giró y me sonrió. Me recorrió un escalofrío. Siempre se me desbocan las emociones con la puerta semiabierta.
Kira
Kira
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